Los Sámis: El pueblo del norte

Los Sámis, que viven en el norte del Círculo Polar Ártico, son los antiguos habitantes de la vasta tundra. Su lucha por sus tierras ancestrales, su lengua en peligro de extinción y su identidad ha dado lugar a una reciente revitalización cultural.

Mi primer encuentro con Sámis fue hace más de una década. Estuve en la primera gira organizada desde Turquía a Laponia (“Sápmi”, la tierra natal de los Sámis) en el norte del Círculo Polar Ártico. Nuestra llegada a la capital de los Sámis, Rovaniemi, en Finlandia, fue emocionante – ¡el avión literalmente aterrizó en hielo! Y hemos visto -38 °C en el termómetro durante el viaje! ¿Cómo puedo describir ese frío amargo? Comprendes que incluso tus lágrimas se congelan, cuando te cuesta abrir tus ojos de nuevo.

El pasado enero, tuve una segunda visita a Sápmi, esta vez vía Noruega. El viaje comenzó en Bergen a bordo de un rompehielos noruego, y se extendió hasta Tromsø. Fue una aventura de 13 días donde nos escabullimos en fiordos cubiertos de hielo salpicados de bonitas casas rojas y blancas, donde las cascadas caían desde empinados acantilados de granito y las águilas negras venían a vernos. En varias excursiones terrestres, también conocimos a los Sámis, quines tratan de preservar su estilo de vida ancestral en condiciones adversas. Este pueblo ha sido conocido por sus creencias animistas, su forma muy especial de conectarse con la naturaleza y su lenguaje, que no tiene una palabra para “guerra”.

Durante el bloqueo mundial por el que hemos pasado, me he dado cuenta de que hay mucha sabiduría transmitida por los Sámis y otras comunidades indígenas, como los pueblos nórdicos de Inuit y Yupi (antes llamados “esquimales”), los nativos americanos o los chamanes de Asia central -especialmente en un momento en el que estamos luchando con las consecuencias letales de los daños que hemos traído a esta tierra.

LA DIOSA QUE VIVE EN EL FUEGO

Cuando Ággi, el líder de una aldea sámi cerca de Tromsø, la ciudad sami más septentrional, nos recibe con su esposa e hijos. ¡Es tan llamativo con sus coloridas ropas brillando sobre la nieve blanca! Los Sámis son llamados “Lapps” (que significa parche) por los escandinavos debido a la forma en que se visten, aunque consideran este nombre como peyorativo.

Cada pueblo y familia Sámi tiene ropa con colores y patrones distintos. Así es como se reconocen unos a otros. Ággi tiene una historia un poco desgarradora sobre eso: “Una vez conocí a una chica muy atractiva en una fiesta y me acerqué para hablar con ella y pedirle una cita,” dice. “¡Fue entonces cuando me di cuenta de que ella pertenecía a mi familia!”

Nos lo pasamos muy bien con Ággi y su familia en su “lavvu”, una tienda tradicional hecha de piel de reno. Después del frío glacial del exterior, es un gran alivio sentarse sobre pieles de reno alineadas alrededor de un gran fuego en el centro de la carpa. Se nos ofrece té, café y “lefse” – una variedad de panqueques con papas y salmón. Siendo una sociedad matriarcal, los Sámis creen que Sarakka, una de las tres hijas de la diosa de la maternidad Madrakka y la protectora de las mujeres embarazadas y los niños, vive bajo el fuego. A medida que la charla en torno al fuego se encendió, también presentamos nuestros respetos a la diosa derramando café y té sobre el fuego.

Ággi acompaña sus canciones con un tambor chamánico hecho de piel de reno. “La tierra y todo tipo de recursos son considerados como la riqueza de la comunidad”, dice y continúa: “No tenemos una noción de la propiedad de la tierra, ya que la tierra es propiedad del mundo. Si uno de tus renos pasta en la tierra de otra familia, le permites hacerlo. Más tarde, la familia paga su deuda compartiendo contigo parte de la carne de reno que tienen. Se espera que las personas se ayuden entre sí y compartan lo que tengan.”

EL RENACIMIENTO DE LA CULTURA SÁMI

Hoy en día, tales rituales en las carpas tradicionales de los Sámis son una de las experiencias “imperdibles” para los turistas. En Sámiráđđi (el Parlamento sámi con sede en Helsinki, sin poder legislativo) se dan ocasionalmente charlas calientes en las que se critica la mercantilización de su cultura para el consumo turístico. Pero también es un hecho que los Sámis ya no pueden depender de sus actividades económicas tradicionales para sobrevivir y las grandes ciudades siguen atrayendo la migración de los jóvenes. Por lo tanto, no sería una mala idea que formaran parte de un sector de turismo ético.

Hoy en día, un total de 100.000 Sámis viven en Noruega, Suecia, Finlandia y la Península Kola de Rusia. Sin embargo, sólo una pequeña fracción de ellos continúa su estilo de vida nómada a través del pastoreo de renos. Los Sámis han estado luchando por sus derechos de caza y pastoreo de renos en sus tierras ancestrales durante años. Aunque han asegurado algunos de estos derechos en los tribunales de Noruega y Suecia, los gobiernos todavía tratan de contener la población de renos y sus zonas de pastoreo. Por lo tanto, la batalla continúa!

La migración estacional de las manadas de renos hacia los pastos de verano a través miles de kilómetros es un verdadero espectáculo en sí mismo. Incluso hay agencias que organizan tours para los viajeros, a quienes les gustaría estar inmersos en este viaje épico. En las tundras cubiertas de nieve, incluso el horizonte desaparece en blancura, y dar una mano a los pastores sámis en estas condiciones extremas no es para todos.

El Círculo Ártico es tan grande como el continente africano y sus riquezas subterráneas han atraído recientemente a gigantes de la minería, el petróleo y el gas natural. Los Sámis no pudieron evitar ser activistas medioambientales al final de cuentas! Podrán haber sido exiliados al norte por los vikingos hace siglos y su historia reciente podrá haber pasado por luchas para proteger su cultura y su tierra ancestral, pero aún así, ¡no han desaparecido! Las nuevas generaciones también han empezado a aprender su lengua materna en peligro de extinción, reclamando su orgullo como Sámis y provocando un renacimiento de esta cultura…